Sobre pelos, pinturas y los doce apóstoles

De camino al barrio compostelano de Vista Alegre uno se encuentra con un rosado y rubio cocinero presumiblemente inglés que lucha por decir la palabra “fregona”; con un hombre trajeado que sirve de guía turístico a un grupo de personas presumiblemente asiáticas y que lucha por explicar que “güi jave dis and dat”; un gaitero de muy buen ver que lucha por interpretar lo que presumiblemente es una adaptación del Concierto de Aranjuez, y un tuno que, pues, simplemente, bebe en la puerta de una taberna.

Pero, mi destino es mucho más interesante que estos detalles de la realidad que cualquiera de vosotros puede ver en las rúas empedradas de la zona vieja de Santiago. Hay lugares que no se pueden ver, de no ser que se muestre un interés particular por conocerlos, y particular es el taller en el que trabajan cuatro artistas gallegos junto con una estilista que ha instalado entre lienzos, maderas, porcelana, y pigmentos, su, digamos salón de peinado underground.

Los protagonistas de esta historia proceden de contextos diferentes y por eso su opinión depende en gran medida del contexto del que se esté hablando. Ellos son Manuel Eiris (Santiago de Compostela, 1977), Pablo Barreiro (Meaño, 1982), Lúa Gándara (Vigo, 1988)  Joseba Muruzábal (A Coruña, 1984), y Trini F. Silva. Llevan en este espacio alquilado casi dos años, unos llegaron antes y otros después, pero como los habitantes de A Peregrina, necesitan un lugar en el que poder trabajar, y, por decirlo otra vez: crear, crear, y crear.

Como he estado comprobando desde que comenzó este blog, vivir del arte no es fácil. Depende de los presupuestos públicos, premios, becas, ventas ocasionales y encargos. Si todos estos factores se diesen al mismo tiempo y todos los meses, podéis pensar que ser artista es una profesión (sí, una profesión) muy bien pagada, pero la realidad es bastante diferente. Ganan para comer e ir tirando; pregúntales por cómo van a estar dentro de medio año y la incertidumbre se reflejará en sus caras.

Aunque no todo es pesimismo, Lúa afirma que “va a triunfar” a pesar de que está todo “jodido”; es optimista lo que “unos meses cuesta más que otros”, afirma. Cada uno de ellos trabaja en un ámbito diferente y cada uno vive como puede de su producción, pero incluso a aquellos a los que les va bien, no tienen una situación acomodada. En los últimos años, afirman, se han reducido en Galicia el número de premios ya que los ayuntamientos, a causa de los recortes en cultura, tienen cada vez un presupuesto más ajustado. Joseba menciona la desaparición del premio de pintura “Terras de Iria”, un galardón importante patrocinado por los ayuntamientos de Dodro, Rois y Padrón y que otorgaba 8.000 euros al ganador. Si buscáis la edición de esta fiesta en el2011 no aparecerá premio alguno, pero si encontrareis una bonita programación con la orquesta Panorama como espolón de proa. Parece que en épocas de crisis, hay que priorizar.

Los espacios de exposición, promoción o compra como las galerías y museos son otra de las vías a las que los artistas necesitan acceder para poder vivir de su creación. Manuel Eiris tiene parte de su trabajo expuesto en la galería SQC y además en breves estará en el Museo de Arte Contemporánea de Galicia (CGAC) en una exposición colectiva denominada “Gravity in disgrace” pero eso no quiere decir que nade en la abundancia. Los artistas dependiendo del contexto son infravalorados. Cuenta Joseba que además de su trabajo realista en la serie “Mis amigos y sus perros”, recibe encargos para decorar paredes de locales o fachadas y dice que en ciertas ocasiones semeja que “te estén haciendo un favor, cuando no te pagan mucho más que un pintor de brocha gorda”.  


Las obras en este taller son muy variadas. Pablo, mientras prepara una serie de porcelana y otra en gres con la intención de que participen diversos artistas y también crear una exposición interactiva, está realizando quinientos vasos de chupito para un bar compostelano. Fuera de su producción artística necesitan este tipo de encargos, en donde no hacen lo que realmente quieren, para poder vivir de su trabajo. ¿La situación ideal? Dice Lúa, “como ahora pero con más dinero”, más claro, blanco y en botella (albariño que diría alguno).

Formación: ¿amor al arte o contenidos pragmáticos?
De mi pregunta sobre los posibles tabúes que existen en la actualidad en el arte surgió una discusión sobre la formación en las universidades. En la mesa redonda (es un decir, la mesa era cuadrada) de la cual fue culpable no quedó muy claro si los maestros de bellas artes deberían ser profesores o artistas, y si los artistas deberían salir de las universidades no sólo formados en arte, sino también preparados para sobrevivir con ella.

Joseba considera que se debería impartir una formación básica sobre cómo crear para después, partiendo de esa base, que los alumnos decidan por donde tirar. Según Pablo, en las escuelas y universidades de Alemania las enseñanzas artísticas son impartidas por artistas en su mayor parte, aunque considera Joseba que “enseñarán la forma de crear, y no su forma de crear”. Pablo afirma además que los estudios deberían estar “más profesionalizados y ser más serios”, ya que antes el destino de la mayoría de los estudiantes de bellas artes era la enseñanza, sobra decir que ahora no es posible que las escuelas de arte absorban a todos los licenciados.

¿Es quizás preciso buscar otra vías de financiación? ¿Están cambiando los programas educativos? Lúa, a quien cogió a mitad de curso la aplicación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES o Bolonia, para entendernos todos) dice que ya se está apostando por educar a los artistas en el proceso de venta y colocación de sus obras, (el tan en boga pitching) algo que antes no se estilaba demasiado. Conclusión: necesitamos apostar por las artes aplicadas sin olvidarnos de la formulación intelectual del proceso creativo.

Salón de peinado underground
Y pensareis que me he olvidado de algo muy importante: el salón de peinado underground, y a Trini (que por cierto debutó en el mundo audiovisual trabajando como jefa de maquillaje y peluquería en Entre Bateas y ha formado parte de alrededor 15 largometrajes). Pues no. No me he olvidado de ella, y no creáis que me quedé sin batería en la cámara y que por eso no pude sacar ninguna fotografía. Tampoco. Lo que ocurre es que es un salón pues, underground, y a pesar de que tiene cerca de trescientos, digamos, visitantes, al año, con el fin de salvaguardarlo ha sido mejor no dejar evidencia de su existencia. Pero tengo que decir que Maricarme (nombre ficticio), que me reprendió por tratarla de usted, parecía encantada con su corte de pelo, y yo estoy encantado con el que me hizo a mí.

Corolario
Fueron muchos los temas que traté de abordar durante mi visita al taller de Vista Alegre y las opiniones de los participantes “dependieron de…” en muchas ocasiones. Pero a pesar de los peros, sí hubo algo en lo que todos estuvieron de acuerdo fue que a la hora de crear ellos hacen lo que realmente les gusta. “Hacer algo que no me gusta y después no poder venderlo sería frustrante”, considera Joseba. De hecho no hacen con la misma pasión los encargos (a los que ni le sacan una fotografía), puro trabajo mecánico, que a aquellas obras que surgen de forma espontánea; es algo que se ha repetido a lo largo de la historia del arte: Miguel Ángel se vio atrapado en una duda existencial cuando La Signoria (antiguo órgano de gobierno de Florencia) le encargó esculpir doce apóstoles. Necesitaba el dinero, era su primer gran encargo y tendría trabajo durante mucho tiempo, pero sólo el pensamiento de dedicar los próximos doce años de su vida a esculpir santos vestidos le sacaba de quicio. Este momento fue relatado por Irving Stone, en la biografía novelada del artista llamada La Agonía y el Éxtasis. Miguel Ángel le cuenta la gran noticia a la familia de los Topolino y luego le pide consejo a Giuliano da Sangallo:

Les contó lo del encargo de los doce apóstoles. El padre sacó una botella de vino añejo, de las reservadas para bodas y nacimientos de nietos. Todos bebieron un vaso para celebrar la buena noticia. ¿Por qué no se sentía feliz él también? ¿Era acaso porque no deseaba esculpir los Doce Apóstoles? ¿Vacilaba tal vez en realizar una obra que comprometería los doce años siguientes de su vida? No sabía si podría resistir aquella esclavitud, después de la deliciosa libertad con laque había esculpido el David. Incluso Donatello había esculpido solamente uno o dos apóstoles en mármol. ¿Cómo podría él crear algo distinto, que tuviera frescura, para cada una de las doce figuras? Fue en busca de su amigo Giuliano da Sangallo, a quien encontró ante su mesa de trabajo. —Sangallo —le dijo—, este proyecto no lo he concebido yo. ¿Le parece que un escultor debe aceptar un encargo que le llevará doce años cumplir, a menos que esté apasionadamente ansioso por hacerlo?—Son muchos años —dijo Sangallo—, pero ¿podría rechazar el ofrecimiento delgonfaloniere y las Juntas? Le ofrecen el encargo más importante desde que Ghiberti ejecutó las famosas puertas. Si no acepta se ofenderían, y eso lo colocaría a usted en una situación difícil. —Lo sé. No puedo aceptarlo y no puedo rechazarlo. —Acepte el contrato, construya la casa y el estudio, esculpa todos los apóstoles que pueda. Cuando haya terminado, santo y bueno. Si no ha terminado cuando decida no seguir, podrá pagar el resto de esa propiedad en dinero efectivo.

                                                                                                                                        Galego / English

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